el músico
quiere beber
un té de
vísceras las entrañas del mito pajarito flotando nubes
frunciendo
la cabeza del azar yo juro que vi lo que nadie podía el universo soplado al revés la tarde cocida en la boca del sapo
silueta del
sonido que solo podemos hacer juntos
yo me quedo
así solo de ver el cielo deshojado por dentro
el trébol de
cuatro quimeras que iba a ser y no fue
escondió el pasto dentro del bolso
donde yo te
fui a buscar la sorpresa había encantado otro nombre
un tufo de
luz cavilando en la oscuridad
la fiesta
cribando ritmos por todo el caserío
yo crié mis
niños para que el viaje devore su propia cola
la flauta
que soplé en el corazón yéndose de Cannoball Adderley fue para decirle que se
sintiese libre de irse o quedarse
y dicen que
dios es intocable
quien quiera
una capilla plantada en el varal que venga a beber el sol en la palma de mi
mano
yo toqué la
tuba dentro de la escaleta la tetera
imitando un quiosco místico cigarras
solfeando el milagro de la existencia
yo fui
pegando los pedazos del mundo que nadie supo mascar
deletreando
el pabilo de los desencuentros oyendo
la sinfonía que alguien dejara de escribir
nunca supe
amar la vida de otra manera ella
siempre diciéndome toque un poquito más yo fui su bebé en todo
irreducible
sed no sé parar de nacer
[Lectura del poeta brasileño Floriano Martins durante el
Tercer Encuentro Internacional de Poetas "Poesía en paralelo 0".
Ecuador, 2011]
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